Lo último de Cave In es una perfecta muestra de lo que estos americanos son capaces: lejos de permanecer en el “back to the roots” que da a entender el (genial) comienzo del disco, con “White Silence”, “Serpents” y “Sing My Loves”, el grupo se dedica a transitar por todos (o casi todos) los terrenos que han atravesado a lo largo de su historia, siendo capaces de ofrecer en el mismo disco, junto a la contundencia y abstracción inicial, temas mucho más comerciales (e igualmente buenos y efectivos) como “Summit Fever”, el psicodélico “Heartbreaks, Earthquakes” o “Iron Decibels”, siempre con un aderezo de ruido presente, eso sí. Una versatilidad de la que sólo conozco capaces a Paradise Lost o Faith No More. Me descubro y me quito el sombrero.
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