Tras escuchar el séptimo álbum de estudio de este dúo de Ohio, no me resulta nada extraño su éxito, una perfecta muestra de que comercialidad y calidad no tienen por qué (y no deben) ir reñidas. Cóctel de Indie, blues rock, pop sesentero y también algo de funky, no cabe duda de que esta pareja sabe -y lo hace muy bien- sabe componer y fusionar para regalarnos un disco vivo, dinámico y fácil pero no simple. Once temas variados, con gancho y notables cambios de registro (“Little Black Submarines” con su aire de rock setentero es, junto a “Lonely Boy”, uno de mis temas favoritos) avalan a estos chicos en una trayectoria que esperemos continúe por el camino actual. ¡Enhorabuena!
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