Me ha costado un poco encontrarle el punto a este disco, probablemente porque no sabía muy bien (ni sé aún) si enfocarlo como una banda sonora, una obra conceptual u otra cosa diferente a las dos anteriores. Pero, una vez superados esos “prejuicios” iniciales, no me queda más que rendirme a la evidencia -y a la magnificencia- de Seth Siro Anton y sus compañeros: las partes orquestales son impresionantes, la atmósfera totalmente absorbente, la producción -a cargo de Peter Tätgren- excelente, el uso del bajo me ha encantado y, por si fuera poco, están algunas de esas guitarras recordando poderosamente a la primera época de Paradise Lost. Imprescindibles cortes como el majestuoso “The Vampire Of Nazareth”, “Pyramid God”, “Apocalypse” o “Theriantropy”. Una obra maestra: así debería sonar el metal oscuro del siglo XXI.
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